¿Alguna vez has ayudado a alguien que no conocías? ¿O compartió recursos incluso en tiempos de escasez, escuchó un arrebato o hizo un favor sin esperar recompensa? Esto es lo que llamamos altruismo.
Al contrario de lo que muchos piensan, el altruismo no se trata sólo de grandes gestos. Pequeñas acciones como compartir el almuerzo con un compañero de trabajo, aunque solo tengas una ración para una persona, son actitudes altruistas.
Tipos de altruismo
Dentro de la Psicología, existen cuatro tipos diferentes de conductas altruistas(1):
1 – Altruismo genético: son conductas que implican hacer el bien a los miembros de la familia.
2- Altruismo recíproco: se basa en una relación de intercambio. Una persona ayuda a otra porque sabe que en algún momento le devolverá el favor.
3 – Altruismo seleccionado por el grupo: son aquellas actitudes que beneficiarán a alguien de tu grupo social o que beneficiarán a grupos específicos.
4- Altruismo puro: es aquel que está motivado por valores morales y no implica recompensas materiales.
Sin embargo, lo que caracteriza a una persona altruista es su empatía, su disponibilidad y capacidad de escuchar a los demás y sus ganas de ayudar. Una persona altruista es aquella que se alegra con la felicidad de los demás, que, en general, lleva una vida más relajada y es solidaria y preocupada por los problemas del mundo.(2).
Hacer el bien es bueno
Desde un punto de vista evolutivo, somos fisiológicamente recompensados cuando hacemos algo que tiene un impacto positivo en la supervivencia y alertados cuando nuestra supervivencia está amenazada.
La conducta altruista estimula los neurotransmisores dopamina, oxitocina y serotonina que inducen una sensación de bienestar, y como nuestro cerebro está programado para repetir acciones que generan esta sensación, terminamos repitiendo estas acciones.(3).
Y además de impactar la vida de quienes practican y de quienes reciben la acción, también trae beneficios a la salud, la salud mental y contribuye a mejorar sus relaciones.
Muchas personas tienen conductas altruistas de forma natural, pero también es posible desarrollarlas a lo largo de la vida, buscando inspiración en otras personas a las que admiramos, practicando la empatía, planteándonos objetivos y/o haciendo de las pequeñas acciones un hábito. Por ejemplo, estableciendo que realizarás un acto de bondad por día.
Como resultado, las personas altruistas son capaces de desarrollar relaciones más sanas, porque están más atentas a las necesidades de los demás y este cuidado genera vínculos más fuertes entre las personas. Este comportamiento también promueve un sentimiento de satisfacción cuando haces una diferencia en la vida de alguien. Y ayudar a los demás también contribuye al desarrollo de tus habilidades personales, como el trabajo en equipo.(3)
Sin embargo, cuidado, cualquier comportamiento practicado de forma extrema y sin pensar en las consecuencias, puede generar malos resultados. Como ocurre con todo comportamiento humano, el altruismo es positivo cuando se aplica de forma equilibrada. Cualquier extremo puede afectar la vida personal, social o incluso financiera.
1. CHERRY, Kendra. Altruism: How to Cultivate Selfless Behavior. Verywell Mind, 2023. Disponible en https://www.verywellmind.com/what-is-altruism-2794828#:~:text=Reciprocal%20altruism%3A%20This%20type%20of,based%20upon%20their%20group%20affiliation. Acesso em 04 mar 2024.
2. MARQUES, José Roberto. O que é uma pessoa altruísta. Instituto Brasileiro de Coaching, 2023. Disponible en https://www.ibccoaching.com.br/portal/comportamento/o-que-e-uma-pessoa-altruista-10-coisas-que-podemos-aprender-com-elas/. Acesso em 18 mar 2024.
3. BREUNING, Loretta G. The Selfishness of Altruism. Psychology Today, 2016. Disponible en https://www.psychologytoday.com/us/blog/your-neurochemical-self/201604/the-selfishness-altruism. Acesso em 18 mar 2024.