Si la Razón dominó la historia, las Emociones han llegado para reescribir el presente

Durante más de 2000 años se creyó que las decisiones efectivas debían guiarse exclusivamente por la razón. Sin embargo, la creciente evidencia empírica demuestra que las emociones —ya sean inherentes o incidentales— desempeñan un papel decisivo en cómo evaluamos los riesgos, asignamos valor y elegimos entre alternativas1,2.

Economía del Comportamiento: Irracionalidad Sistemática

Los modelos tradicionales de toma de decisiones siempre han considerado la racionalidad. Se asume que el agente racional considera la información disponible, las probabilidades de los eventos y los costos y beneficios potenciales al determinar sus preferencias, y actúa de manera consistente al elegir el mejor curso de acción autodeterminado3,4. La teoría de la elección racional se basa en la idea de que toda acción es fundamentalmente racional y que las personas calculan los costos y beneficios probables de cualquier acción antes de decidir qué hacer5. Las teorías racionales se adaptan a situaciones donde se conocen todos los riesgos y donde se puede calcular la opción óptima6.

Por otro lado, en contra de los modelos de decisión racional existentes, Laureate Herbert Simon7,8 explicó que las limitaciones cognitivas necesariamente imponen límites a la racionalidad humana. A partir de los hallazgos de Simon, muchos teóricos revelan el papel crucial de la emoción en la alteración y dirección de la atención cognitiva, asumiendo que las emociones son el principal motor de las decisiones más importantes de la vida 9 10 11 12 13 14

Desde la segunda mitad del siglo XX, economistas como Daniel Kahneman y Amos Tversky comenzaron a demostrar, con base en evidencia empírica, que los seres humanos no toman decisiones según el modelo racional clásico.

Las emociones no solo interfieren, sino que a menudo guían nuestras elecciones, ya sea mediante reacciones inmediatas o a través de la influencia de estados afectivos persistentes13,18.

Esta constatación cambió el rumbo de la psicología, la economía, la ciencia política y muchos otros campos18

Emociones incidentales e integrales: Interrelaciones entre cognición, comportamiento y toma de decisiones

El estudio de las emociones incidentales e integrales ha cobrado impulso en las últimas décadas gracias a los avances en la psicología del juicio y la toma de decisiones. Al investigar los sesgos cognitivos, se ha abierto la posibilidad de considerar el papel de las emociones no relacionadas con la toma de decisiones19. Lerner y Keltner20 consolidaron esta distinción, demostrando cómo emociones como la ira o el miedo influyen en la percepción del riesgo, incluso si estas emociones no son causadas por la situación que se analiza.

   Emociones integrales: Sentir el peso de la elección

Las emociones integrales son aquellas directamente relacionadas con la decisión en cuestión. Surgen del contenido de la elección y reflejan el impacto emocional que la decisión misma provoca. Por ejemplo, al decidir entre aceptar o rechazar una oferta de trabajo, es común sentir ansiedad, entusiasmo o miedo; emociones que se originan en la relevancia y las consecuencias de la elección.

Estas emociones funcionan como señales internas, alertando al individuo sobre los riesgos, las recompensas y los valores personales involucrados. Ayudan a priorizar alternativas e incluso pueden mejorar la calidad de la decisión, siempre que se reconozcan y regulen adecuadamente16,20.

Las emociones integrales están directamente relacionadas con el estímulo que se evalúa. Por ejemplo:

  • O medo gerado por ver uma cobra induz respostas de evitação imediata;
  • O afeto sentido ao observar uma obra de arte influencia a avaliação estética.

Estas emociones son adaptativas y funcionan como guías evolutivas para una reacción rápida21. En contextos de consumo, por ejemplo, los sentimientos de placer al usar un producto influyen en la preferencia y la recompra1.

   Emociones incidentales: El efecto secundario invisible

Las emociones incidentales son aquellas que no están directamente relacionadas con la decisión en sí, pero que influyen sutilmente —y a menudo inconscientemente— en el juicio. Pueden desencadenarse por eventos pasados, estados de ánimo o incluso factores ambientales, como el clima o una discusión reciente.

Por ejemplo, una persona irritada tras enfrentarse a un atasco puede tomar decisiones más impulsivas o punitivas en una reunión de trabajo, incluso si el contenido de la reunión no está relacionado con la causa de su enfado22. Este fenómeno se conoce como "transferencia emocional" y puede distorsionar las evaluaciones, aumentar o disminuir la percepción del riesgo y alterar las preferencias23,24.

Los estudios muestran que las emociones incidentales positivas tienden a incrementar la propensión al riesgo, mientras que las emociones negativas promueven la evitación25,26. Curiosamente, estos efectos se producen incluso cuando la persona no es consciente de la influencia emocional, lo que hace que el fenómeno sea aún más relevante en contextos como la economía, la política, el consumo y las relaciones interpersonales.

Estas emociones influyen en la heurística, las evaluaciones subjetivas y los procesos de juicio moral27.

Implicaciones Conductuales

Comprender la diferencia entre emociones integrales e incidentales es fundamental para desarrollar la inteligencia emocional y mejorar la calidad de las decisiones. Al identificar el origen del sentimiento, es posible evitar juicios sesgados y promover elecciones más acordes con los objetivos reales.

La distinción entre emociones incidentales e integrales es relevante en diversas áreas:

  • Políticas públicas: saber como emoções incidentais afetam atitudes ajuda a compreender polarizações;
  • Marketing: experiências anteriores influenciam a percepção de marcas;
  • Psicologia clínica: compreender emoções não relacionadas à situação presente é vital para tratamentos cognitivo-comportamentais28.

Consideraciones Finales

La toma de decisiones humanas es un proceso complejo, influenciado por múltiples variables cognitivas, sociales y emocionales. Comprender este fenómeno requiere un enfoque multidisciplinario que reconozca los límites de la cognición y valore la complejidad de los estados afectivos. Las emociones incidentales, por ejemplo, pueden transferirse inconscientemente entre contextos, influyendo en las decisiones22,23

Así, al integrar la emoción y la razón en una perspectiva más realista y dinámica, avanzamos en la construcción de modelos de toma de decisiones que reflejen con mayor fidelidad la naturaleza humana: imperfecta, sensible y profundamente influenciada por nuestros sentimientos.

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6 – GIGERENZER, G. Risk Savvy: How to Make Good Decisions. New York: Viking, 2015.

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10 – FRIJDA, N. H. The Emotions. Cambridge: Cambridge University Press, 1988.

11 – FRIJDA, N. H., & MESQUITA, B. (1994). The social roles and functions of emotions. In S. Kitayama & H. R. Markus (Eds.), Emotion and culture: Empirical studies of mutual influence (pp. 51–87). American Psychological Association. https://doi.org/10.1037/10152-002

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21 – EKMAN, P. (1992). An argument for basic emotions. Cognition and Emotion, 6(3-4), 169–200.

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25 – WINKIELMAN P. et al. Unconscious affective reactions to masked happy versus angry faces influence consumption behavior and judgments of value. Pers Soc Psychol Bull. 2005 Jan;31(1):121-35. doi: 10.1177/0146167204271309. PMID: 15574667.

26 – YUEN, K. S. L., & LEE, T. M. C. (2003). Could mood state affect risk-taking decisions? Journal of Affective Disorders, 75(1), 11–18. https://doi.org/10.1016/S0165-0327(02)00022-8

27 – GREENE, J. D., et al. (2001). An fMRI investigation of emotional engagement in moral judgment. Science, 293(5537), 2105–2108.

28 – BECK, A. T. (2011). Cognitive therapy of depression. Guilford Press.

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Felipe é fundador da Umajuda e especialista nas áreas de Neurociência e Filosofia. Apoiador de movimentos filantrópicos, empreendedor e executivo a mais de duas décadas, acumulou experiências internacionais que lhe permitiram conhecer diversas realidades, culturas e aprofundar seu conhecimento sobre o comportamento humano. Atualmente, também é doutorando pela USP na área de Neurociência.

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