En los últimos años, la tecnología detrás de la Inteligencia Artificial se ha expandido a un ritmo impresionante. Y hoy en día, la IA ya forma parte de nuestra vida diaria de muchas maneras. Por ejemplo, Siri, integrada en los smartphones de Apple, o Alexa, desarrollada por Amazon, son ejemplos reales de la presencia de la IA en la vida diaria de las personas.
Décadas de desarrollo
Sin embargo, lo que mucha gente aún desconoce sobre la Inteligencia Artificial es que se inspira en el funcionamiento del cerebro humano. Y el estudio de las redes neuronales artificiales no es algo nuevo. En la década de 1940, los investigadores Warren McCulloch y Walter Pitts desarrollaron un modelo matemático de la neurona, que posteriormente sirvió de base para el modelo de aprendizaje profundo (deep learning)1.
Años más tarde, en 1955, Allen Newell, Cliff Shaw y Herbert Simon desarrollaron un programa llamado Logic Theorist, que aplicaba la Inteligencia Artificial para imitar cómo el cerebro humano procesa la resolución de problemas1.
Con el avance de la neurociencia y la informática, la IA también ha ganado nuevos capítulos. En 2015, los científicos Geoffrey Hinton, Yann LeCun y Yoshua Bengio2, considerados los precursores de la IA moderna, demostraron cómo las redes artificiales utilizadas para sistemas de reconocimiento de voz e imágenes, por ejemplo, se organizan de forma similar a la corteza cerebral humana.
En los últimos años, la organización del cerebro humano ha servido cada vez más como inspiración y base para el desarrollo de IA más eficientes, con mayor capacidad de adaptación, es decir, más inteligentes3.
La influencia de la neurociencia en el desarrollo de la IA
Desde el inicio del desarrollo de la IA, la neurociencia ha desempeñado un papel importante en el perfeccionamiento de esta tecnología. Actualmente, la neurociencia contribuye a que la inteligencia artificial pueda imitar cada vez más procesos complejos como la atención, la memoria y el aprendizaje por refuerzo.
El estudio y mapeo neuronal cada vez más detallados proporcionan información fundamental para que los investigadores amplíen la funcionalidad de las redes neuronales de la IA, de modo que puedan replicar cada vez más la complejidad del cerebro humano4.
Además, comprender los procesos cognitivos y emocionales también busca establecer una relación respetuosa entre la IA y los humanos, considerando los efectos sociales y psicológicos4.
Podemos afirmar que sí, el cerebro humano está enseñando a las máquinas a pensar, pero no porque piensen como nosotros, sino porque todo lo que la inteligencia artificial puede procesar hoy en día se debe a la observación e imitación de lo que hace el cerebro.
El campo de la neurociencia sigue en expansión, y los investigadores y científicos continúan realizando nuevos descubrimientos sobre la complejidad del funcionamiento del cerebro humano. Por lo tanto, la inteligencia artificial también está en constante desarrollo.
Y este desarrollo tiene un efecto positivo en los seres humanos, con avances significativos en áreas como la salud, la educación, la seguridad, la innovación, entre otras, y, por qué no, en el aprendizaje sobre nosotros mismos.
1 – Artificial Intelligence Models. The Decision Lab. Disponible en https://thedecisionlab.com/reference-guide/computer-science/artificial-intelligence-models. Acesso em: 25 jun 2025.
2 – LeCun, Y., Bengio, Y., & Hinton, G. (2015). Deep Learning. Nature, 521(7553), 436–444. https://doi.org/10.1038/nature14539
3 – CYPRIANO, Nicole. IA e Neurociência: qual a relação entre elas? PM3. Disponible en https://pm3.com.br/blog/ia-e-neurociencia/. Acesso em: 25 jun 2025.
4 – MARI, Daniele. Neurociência: tecnologia inova a pesquisa sobre o cérebro humano. Medicina S/A, 2024. Disponible en https://medicinasa.com.br/neurociencia-ia/. Acesso em: 26 jun 2025.