¿Cómo medir la inteligencia?

La inteligencia se puede medir mediante una serie de pruebas psicológicas, considerando tanto el contexto como el alcance de la inteligencia. Durante finales del siglo XIX y XX hubo varias aportaciones para intentar definir y medir la inteligencia.

La Teoría de la Evolución de Darwin, además de estudiar el origen de las especies y la selección natural, influyó en los científicos de la época que intentaban explicar el comportamiento inteligente. En él describe la evolución de las especies a través de la selección natural1, donde la naturaleza favorece las características físicas más apropiadas de una especie, aumentando sus posibilidades de supervivencia y reproducción en un ambiente específico.

A finales del siglo XIX, pocos años después de la publicación de Darwin, su primo Francis Galton2 fue pionero en intentar cuantificar la inteligencia a través de métodos como el tamaño de la cabeza y el tiempo de reacción. Es decir, pretendía medir la inteligencia a partir de capacidades psicofísicas (relación entre estímulos físicos y procesos sensoriales). Creía que la inteligencia era, de hecho, una capacidad heredada.

Creador de la eugenesia (teoría que pretende mejorar genéticamente a los seres humanos), Galton buscó identificar, a través de estas pruebas, “genios hereditarios”, es decir, individuos brillantes que pudieran aumentar las posibilidades de tener descendientes igualmente talentosos3,4.

En 1905, Alfred Binet y Theodore Simon refutaron las capacidades psicofísicas, justificando las capacidades cognitivas (memoria y atención) como esenciales para describir la inteligencia humana más que las características físicas. Binet y Simon desarrollaron juntos el primer test de inteligencia. El objetivo era identificar a los niños que necesitaban apoyo educativo adicional.

Binet no veía la inteligencia como algo fijo e inmutable. Por el contrario, su investigación tuvo como objetivo brindar oportunidades para el desarrollo y mejora de las capacidades mentales.

En 1912, William Stern sugirió que la inteligencia se evaluara mediante el cociente intelectual (CI). Propuso una fórmula para calcular el coeficiente intelectual, dividiendo la edad mental por la edad cronológica y multiplicando por 100 coeficiente intelectual = (IM/CI)(100).

Así, si la edad mental es compatible con la edad cronológica, el resultado de la operación es 100 y significa que el coeficiente intelectual de este individuo es medio.

En 1916, Lewis Terman, profesor de la Universidad de Stanford, utilizó el trabajo de Binet y Simon para crear, basándose en adaptaciones, la Escala de Inteligencia Stanford-Binet. Terman evalúa cuatro grupos de habilidades mentales que, en conjunto, determinan una puntuación de inteligencia general: razonamiento verbal; razonamiento cuantitativo; razonamiento figurativo/abstracto; y memoria a corto plazo.

A lo largo de la historia se desarrollaron otras pruebas para medir la inteligencia, entre ellas las Escalas de Inteligencia de Wechsler (WAIS-IV, WISC-IV y WPPSI).

Como podemos ver, los estudios sobre la inteligencia sólo se profundizaron hace poco más de 100 años. Ahora que sabemos un poco sobre la evolución de estos estudios, nos queda una pregunta. Después de todo, ¿la inteligencia está determinada por la genética o el medio ambiente?

Después de todo, ¿la inteligencia está determinada por la genética?

Las investigaciones indican que la genética puede ser responsable de una parte importante de las diferencias de inteligencia entre las personas. Esto implica que los genes que recibimos de nuestros padres juegan un papel crucial en nuestras capacidades cognitivas. Sin embargo, la inteligencia no está influenciada por un solo gen, sino por una interacción compleja de varios genes.

La herencia genética varía entre el 50% y el 80% en las pruebas de inteligencia. Además de las similitudes en los resultados de las pruebas, los gemelos idénticos también tienen volúmenes similares de materia blanca y gris en áreas del cerebro relacionadas con la inteligencia verbal y espacial, como lo revelan los exámenes de neuroimagen5. Por tanto, cuanto mayor es la similitud genética, mayor es la probabilidad de similitud en los niveles de coeficiente intelectual.

Sin embargo, la genética no es un factor determinante en la forma en que se manifiesta la inteligencia, existen muchos factores ambientales que pueden influir en la morfofisiología cerebral, la expresión genética, el comportamiento, la cognición, entre otros factores.

La influencia del medio ambiente en el desarrollo de la inteligencia.

Elementos como la nutrición, el abandono infantil, la educación, las experiencias de vida, el entorno familiar y las relaciones sociales pueden afectar significativamente las capacidades cognitivas de una persona. Los entornos ricos en estímulos, como una buena educación y los incentivos intelectuales, pueden favorecer el desarrollo de la inteligencia, mientras que los entornos desfavorables pueden tener efectos nocivos.

En otras palabras, la forma en que se expresan los genes está determinada por el medio ambiente. La epigenética estudia cómo los comportamientos y el entorno pueden alterar la función genética. Estos cambios pueden activar o desactivar genes, afectando la expresión genética.

Por ejemplo, las investigaciones muestran que la adopción de niños socialmente vulnerables por parte de familias de clase media puede aumentar sus niveles de inteligencia6. Por otro lado, el desarrollo de habilidades cognitivas en niños con deterioro intelectual evidente resultó en una mejora cognitiva significativa7.

Debido a que la inteligencia es una habilidad compleja y multifacética que involucra varias habilidades cognitivas, la herencia define los genes, mientras que el entorno es crucial para su manifestación.

Inteligencia, talento y determinación

En conclusión, considerar sólo los resultados de las pruebas para definir la inteligencia de una persona es una visión limitada. Los puntajes de las pruebas tratan la inteligencia como algo fijo, ya que sus datos numéricos no proporcionan una comprensión de las estrategias que utiliza el individuo para resolver problemas, ni de otras cuestiones que pueden ser subjetivas8.

Tener una inteligencia elevada puede facilitar tu entrada en una profesión, a través de escuelas y programas de formación, pero no garantiza tu éxito en la misma. El secreto del éxito es la combinación de talento y determinación: quienes logran grandes cosas también son diligentes, están bien conectados y son resilientes9.

Termino este artículo con una cita del psicólogo estadounidense Robert Sternberg, que revela otra faceta de la inteligencia.

“No sólo la inteligencia en sí misma, sino también las creencias sobre ella, afectan cómo se manifiesta la inteligencia misma”

1 – DARWIN, C. Sobre a origem das espécies por meio da seleção natural, ou, A preservação das raças favorecidas na luta pela vida. Londres: J. Murray, 1859.

2 – GALTON, F. Hereditary genious London: MacMillan, 1869.

3 – BRODY, N. History of Theories and Measurements of Intelligence. In S. Robert (Ed.), Handbook of Intelligence (pp. 16-33). Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2000. http://dx.doi.org/10.1017/CBO9780511807947.003

4 –  MYERS, D. Psychology. 11ª ed. Chicago: Worth Publishers, 2006.

5 – THOMPSON et al., 2001 citado por MYERS, D. Psychology. 11ª ed. Chicago: Worth Publishers, 2006.

6 – NISBETT et al., 2012 citado por MYERS, D. Psychology. 11ª ed. Chicago: Worth Publishers,2006.

7 – HUNT, 1982 citado por MYERS, D. Psychology. 11ª ed. Chicago: Worth Publishers, 2006.

8 – ROAZZI, Antonio; SOUZA, Bruno Campello de. Repensando a inteligência. Paidéia Ribeirão Preto, v. 12, p. 31-55, 2002. 

9 – Ericsson et al. The making of an expert. Harv Bus Rev. 2007 Jul-Aug;85(7-8):114-21, 193. PMID: 17642130.

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Felipe é fundador da Umajuda e especialista nas áreas de Neurociência e Filosofia. Apoiador de movimentos filantrópicos, empreendedor e executivo a mais de duas décadas, acumulou experiências internacionais que lhe permitiram conhecer diversas realidades, culturas e aprofundar seu conhecimento sobre o comportamento humano. Atualmente, também é doutorando pela USP na área de Neurociência.

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